M.A.R.T.A.




M.A.R.T.A.*




M


Recuerdo una vez que tuve miedo con el cuerpo. Va ocupando diferentes zonas y con diferentes efectos. Ocupa la conciencia porque no te deja pensar bien, el corazón que se acelera, el estómago y los pulmones no se llevan muy bien, hay una náusea que se mezcla con falta de aliento, sed pero también ganas de vomitar. 


Camino derecho como si me imagino lo hiciese. Tengo un pañuelo en los ojos (me lo ató mi amigo). Yo lo dije porque los juegos me gustan y tomar decisiones me da alta fiaca, como escribir de mí, acá. Pero bueno, eso supongo que ya es otro cuento.

La cuestión es que andábamos dios sabe dónde a la hora de dios sabe cuándo yyyyy Yo tropecé. Tropecé porque el pelotudo se fue a echar un meo y me quería hacer la entendida, la linda, al chica con calle y seguí caminado.

Perdón!

Perdón!

Perdón!

Tengo pis en mi pantalón

Ai Dios! NO sé ya cuál soy yo.



Era octubre y estaba en Chile. Una mañana extraña, paseando con unos amigos de Brasil, al estilo turistas atentos. El día anterior había habido una manifestación y los carabineros habían reprimido fuertemente. Eran cerca de las 10.30 de la mañana y caminábamos por calles con algunos vidrios rotos, cosas quemadas pero tranquilas. Siempre el sonido de una cacerola, siempre una persona por cuadra caminando o desde su balcón, golpeaba una cacerola. En un momento del camino, justo frente a la casa de gobierno, vemos un camión hidrante reprimiendo un grupo de personas con cacerolas. Eso me puso un poco nerviosa. Seguimos caminando por la avenida, yendo hacia la casa de un amigo. En cada esquina veíamos amontonamientos de gente, todos con carteles: EVADE y cacerolas, haciendo ruido. De repente, a lo lejos, vemos mucho humo y gas blanco, pensamos que no podemos seguir por allá, que mejor doblar y dar una vuelta para llegar a lo de mi amigo. Resulta que hace rato veníamos caminando y una amiga se estaba haciendo pis. Vamos hacia una heladería que estaba ahí pero no nos deja entrar y baja sus persianas. Vemos el cerro Santa Lucía y digo, vamos a hacer pis en esos árboles. En un instante, dos chicas y un chico arrastran una bolsa de basura al medio de la calle y la prenden fuego. Fue un segundo, mi amiga agachada atrás de un árbol, yo al lado de ella, se escucha la sirena, pasa muy rápido un camión, empiezan a tirar bombas de gas. Una cae entre mi amiga y yo. Empiezo a sentir ese olor amargo y toda la gente que estaba de este lado esparcida empieza a huir corriendo por la avenida, por donde había pasado el camión. De fondo siempre se escuchan tiros y gritos. Yo no sabía para qué lado correr, me daba miedo ir para allá, pero en eso aparece un flaco que me mira y nos grita: CORRAN, LAS VAN A ENCERRAR. Nunca tuve tanto miedo.



Nací el 9 de abril de 1996 en el Sanatorio Otamendi, soy la menor de tres hermanas mujeres. Lo que iba a ser el tercer parto de mi mama se convirtió en uno de los días en los que  mis padres tuvieron más miedo en su vida. Antes de nacer aspire meconio adentro de la panza de mi mamá, el meconio se me fue a los pulmones y me operaron de urgencia al nacer. 50/50 que me moría. Había un solo respirador en el sanatorio en esa época y lo tenía yo. 

Estuve un mes internada pero la mirada de bebé que casi se muere la voy a sentir toda mi vida. Es una sensación extraña porque yo no tengo ningún recuerdo pero lo siento en como me miran  

Hace menos de una semana volví a caminar por esas calles, no me operaban a mi, operaban a mi mamá. Fui a acompañarla yo, la bebe de la familia, porque mi papá tiene 75 años y no se puede  acercar a un hospital. 

Después de todo este tiempo, entendí todo, lo que era ese miedo.



El miedo como forma de representación de nuestras maneras de estar. El miedo siempre esta presente en el arte ya que a través de este muchas veces buscamos exorcizar nuestras angustias. Lo que no podemos evitar es que todes en algún momento tenemos miedo a algo o una tristeza y desde ese lugar reconstruimos nuestro lenguaje en el arte y también una forma de comunicar.


                                                                                                                                                                                                                                                             Michi, Luli, Abril y Maguité



A


Cuando separé la poca carne que quedaba pegada al hueso, instantáneamente todo se convirtió en millares de gusanos blancos diminutos moviéndose sin parar. 

Como un solo ser pestilente.

Buscamos, buscamos y buscamos, hasta que mi amigo descubrió que el zumbido venia del balcón.

Se acercó al balde del compost. Es acá, me dijo.

Dimos vuelta el balde, cayó una masa marrón, húmeda y viscosa.

Qué era el zumbido? Moscas. Cientos de moscas.

Dejaba correr el agua mucho tiempo, pero luego me acuerdo de mis pies sobre los calzones sucios, sucios sucios, manchados, con pelos. 

Me acuerdo de frotar jabón como queriendo que desapareciera el fondo, o por lo menos no verlo. 

Me acuerdo de mi pie pisando la ropa sucia haciendo ruido y yo fantaseando con que pisaba mierda.


El sabor de la caca humana en la boca de la perra se trasladaría en su lengua al saludarme.


El inodoro fuera de lugar, y la caca acumulada ahí: la tiro por la ventana, pero tiene mosquitero. 

La caca esparcida en el mosquitero. 

No hay agua para lavarse las manos, me fui sin avisar.



                                                                                        Guille, Almond, Ale, Ivi y Valentín



R


El puf voló por el aire. El relleno de la riñonera también. Se partieron los anteojos, estalló un perfume. Se perdió un cargador. El lavarropas dejó de funcionar. No hay internet.
Mi hermana me dijo de nuevo que soy adoptada. No me lo dijo así. Me lo dijo a su manera. Ella estaba entrando en la casa de Alfredo, otro hermano nuestro, y dijo "qué bueno que tengas esa planta" y dijo el nombre de la planta que era tan raro que no lo recuerdo. Yo le dije que no conocía ni el nombre ni la planta.
Ah, vos no sos hija de tus padres entonces, eh? eh?
La dirigencia política hace pelotudeces y el poder nunca radica en el pueblo. Quiero hacer la revolución. Que tomemos los terrenos que pretenden darle a las fábricas chinas a familias para que trabajen la tierra
Cuando me desperté chequié las llamadas perdidas hechas entre las 7am y las 8am.
5 llamadas perdidas
3 amigues, mi hermana,  y el boludo aquel, que no era yo, que me hizo un favor.

Me cayó muy mal, pero como soy negadora no me di mucha cuenta por qué. Anduve rabiosa y llorosa todo el domingo y parte del lunes.


En el piso junto a unas monedas estaba yo hacía una hora.
Un chicle con olor a vino pegado en mi cara, y con un charco de baba junto a mí.
La cabeza roja de llanto y grito.
Puta madre, dónde coños están todas las palabras que dicen rabia, raaaaabia, rabieta, rabiosa, puta rabia, odio todo, odio todo, odio todo. Mataría al gobernador de Entre Ríos.



                                                                                                Endi, AnaE, Caro y AnaM



T



LA PALMERA DE ZOE QUIERE SUBIR AL TREN PERO ES REPROBADA. 
Un fracaso de la niñez inesperado sacude a la palmera. 
El pez axolotl de Alma vuelve al agua para buscar sus propias flores del entierro porque no le gustaban. 
Las cosas van y vienen, la vida una caja de sorpresas y la muerte una sombra que nunca se va a despegar.



                                                                                                         Alma, Gustavo, Zoe y Emi


A

Anoche vino a cenar una amiga chilena que está varada en buenos aires. nos sentamos a tomar vino y a comer aceitunas mientras delirábamos sobre plantas, intuiciones, brujería y proyecciones sobre deseos.

Me dijo qe debería haber una escuela de la intuición. que si había una escuela sobre las matemática sy al racionalidad, si lo empírico estaba tan estudiado entonces porqué lo intuitivo no estaba estudiado. compartimos experiencias donde la intuición nos atravesaba todo el cuerpo. teníamos la certeza de que llegaba a nosotras pero a veces nos confundíamos con la racionalidad o el maquineo, y terminaba formando parte de un enjambre de voces mentales.

Le dije que ojalá cuando el codo izquierdo picara, fuese la intuición. y si la rodilla derecha picaba, era la racionalidad.
Nos reímos mucho porque era ridículo pensar que las cosas funcionasen con esa linealidad y binariedad, como que la intuición y la racionalidad nunca se tocan. esa risa y alegría era inocente y sana; un preludio a lo que fueron teorías pedagógicas sobre como aprender a convivir con la intuición.

La noche continuo escuchando DJ margarita. apagamos la luces despejamos el living abrimos Spotify pusimos fela kuti. es de noche por el balcón se ven luces. llegaron Santi, sebo y Magui en casa en cuarentena. arrancamos aflojando el cuerpo cuando entramos en calor con cumbia nos sacudimos agitamos el cabello. desenfreno después música ochentosa después balcánica y gitana terminamos con "be careful with that axe Eugene" tirándonos contra el colchón una y otra vez.

Esa noche descubrí luces arcoíris en el vapor de la ducha, que alegría.
también cuando las volví a ver en el piso de la fábrica Rosseti de San Jorge y compartí ese descubrimiento con mi papá.

De repente pa, una lluvia tremenda. no se veía nada
me acuerdo que estábamos en el asiento de atrás, con todo la emoción hermosa que me generaba saber que iba a ver el mar, la lluvia, abrazando mi almohada.
Antes del viaje, el día anterior me habían internado por un acido que me tome que me hizo mal y toda la dopamina que perdí la recupere en esa lluvia

Estábamos en la orilla de una playa de punta de l este.
Me acuerdo que era la mansa. Por lo general íbamos a esa playa u no a la brava.
Mi viejo se había ido a nadar. A veces antes de que baje el sol nadaba unas horas a mar abierto. Tal vez eran minutos.

Por lo general, mi hermano y yo, cuando mi viejo se iba a nadar, nos quedábamos en la orilla. Mi pasión era hacer castillos y cualquier cosa que fuese de arena. Intentar ganarle al mar con un fuerte de arena que logre resistir su crecida. O hacer una fosa al rededor para prevenir la inundación y desviar el caudal de riesgo.

Ese día, no fue tan distinto a los demás días de verano. Almorzamos en la playa, jugamos a los juegos del verano, pasó la hora de la merienda y mi viejo se fue a nadar. Cuando pasó un rato, yo entré al mar y me quedé vagando entre la orilla y el primer escalón apenitas te metes al mar. De golpe aparece mi viejo, un poco afligido y nos cuenta que se dio cuenta que nadando perdió el reloj. Yo lo miro, miro el mar, veo un reloj flotando con malla de goma y diseño con publicidad de Pepsi (evidentemente el reloj de mi viejo no era) y le digo viejo, no te preocupes acá te encontré otro.”
Todos estaban sorprendidos. “Sebi, dónde tenías ese reloj?’ De dónde lo sacaste?”
“Estaba acá, papi perdió el suyo, acá hay otro.”
Hubo festejos.

                                                                                                            Sebi, Magui, Santi y Bett




* M.A.R.T.A. está compuesta por las siglas: M de miedo, A de asco, R de rabia, T de tristeza y A de alegría.