Francisca Amigo






Francisca Amigo Heras pinta cuando no trabaja, los miércoles a la mañana o tal vez los fines 
de semana. Entre ríos oscuros de pintura, mancha para cortar con la angustia. Entre 
Caribdis y Escila, se sitúa el amor hacia la vida pero el odio hacia el mundo. 
El amor es lo que nos salva pero la belleza nos mata. Francisca se enamoró de la pintura 
pero se enojó con su historia. En acto de provocación pinta naturalezas muertas, 
bodegones con frutas, racimos de uvas, copas de vino. Aquello que en algún momento 
reinó en otro universo y ahora se encuentra impermeable en nuestra tradición. ¿Para qué 
le dejo esto al mundo? Se pregunta ella. Basta de Platón, basta de Shakespeare, basta de 
Freud, basta de Nietzsche. Lo que queda son los banquetes con amigos; el amor, el placer y 
el otro ¿Quiénes somos sin la compañía? El por qué y el para qué se resguarda en la 
existencia de nuestros pares; en la familia, en los compañeros y en los amigos. El cariño es 
lo que nos define, lo que nos hace, lo que nos mantiene día a día en este planeta. Francisca 
escribe cartas de amor a través del esgrafiado. En vez de tejer a la espera de Ulises, ella 
dibuja sus fantasías sobre algodón de azúcar. Para ella el amor se oxida a lo largo del 
tiempo, es pesado y frágil. Olvidamos y volvemos a amar. 
El recuerdo y la nostalgia son los rastros de un amor ya olvidado, Francisca pinta lo que 
quedó alguna vez de pequeños placeres. Zona erógena, la boca: la frescura de unas uvas, la 
calidez de un vino, la intensidad de un chape. A través de colores dramáticos, reivindica la 
tradición de la pintura: bodegones y naturalezas muertas, claros y oscuros. Lo que alguna 
vez para los pintores era su amor de la vida, ahora Francisca lo retoma y lo transforma en 
un problema en sí mismo, el hartazgo y la asfixia de una pesada herencia. 
Como alguna vez las sirenas encantaron con su canto a los navegantes de los altos mares, 
Francisca Amigo Heras nos encanta con sus pinturas, mientras mira las nuevas olas ella ya 
es parte del mar. 


Emilia Tessi

06 de noviembre de 2019