ALEJANDRO GABRIEL

 



Una construcción


Ensayemos una definición de construcción:

una construcción nos aleja de este mundo porque nos eleva y nos acerca porque lo conforma. 
una construcción puede ser algo que esté solo en nuestra mente, lo que sí, implica poner una cosa con otra y esa unión tiene que poder ser nombrada.
la creación es la piedra fundacional del humano y es el acto más cercano a algún dios
 
Y ahora:

Imaginemos por un rato que existe una sola cosa. Decir una cosa es una forma de enmarcarla para poder distinguirla, un contorno. Necesitamos una perspectiva para cargarla de sentido y notamos que asoma un adentro y un afuera. Podríamos incursionar hacia cualquier dirección infinitamente y eso nos dice que tanto el adentro como el afuera tienen una forma similar de ocupar el espacio, de dejarse ver. Entonces, seguir mirando hacia adentro y seguir mirando hacia fuera podría ser lo mismo. Es posible que hacia cualquiera de esas direcciones nos encontremos con algún destello de color que entre líneas va tomando alguna forma y junto con ellas vamos imaginando acuerdos, contactos, conflictos, es decir, las posibilidades que conocemos sobre el encuentro. A veces, para poder hablar hay que imaginar un primer momento, un vacío y así empezar. 
O tal vez se puede empezar desde un todo, una multitud, una constelación. Imaginemos ahora un sistema donde todas las conexiones posibles han sido realizadas, o mejor aún, donde todas las conexiones son posibles a imaginar. Puede existir una imagen para cada contacto. Y en este descubrimiento entra en juego toda la materia, desde la más viscosa a la más impenetrable. ¡Cuántos contactos posibles! Incluso a veces hasta no hace falta tocar nada, o mejor sí, porque se multiplican las formas del placer. No es que la oscuridad no exista, la luz y la oscuridad son tal vez una modificación en el color (todo siempre depende de la perspectiva). 
¿Les parecen universos posibles para estas obras?

La trampa es que, como siempre, pensamos dentro del marco de las palabras que usamos. Y acá tenemos: cúpula, cinta, ano, pupa, transmutación, vía láctea, guardián, pico, evolución, fondo del mar, cadena alimenticia, nave nodriza, ruleta, piedra preciosa, orgía, mutante, ruina, nave, antena, garra.
Cada una ocupa un lugar y genera sus efectos dentro de una organización que tal vez tenga un sentido (lo más importante es que son generosas y siempre ofrecen un camino). Algo que sí sabemos es que esta organización no tiene tiempo ni lugar definido, puede ser tanto nueva como vieja, interior o exterior, un centro o el margen. Es un sistema suspendido en un sistema, un caleidoscopio de circuitos, un juego infinito, un viaje alucinatorio, un espiral que se deforma y se va reproduciendo en otras formas, es la erotización de la línea y la inmersión del color a cualquier organismo posible. 

Al mirar la obra de Alejandro Gabriel surgen preguntas como: ¿Cuántas relaciones posibles existen entre las cosas? (y eso me hace pensar sobre el lenguaje) ¿Cuáles son los contactos que podemos imaginar? Está el te miro, te pienso, te toco, te siento, te huelo… Y quizás ahí entra en juego la forma: ¿cómo te pienso? y la misma pregunta también contiene el método.
¿Cómo hacer hablar al contacto sin la emoción? ¿Se puede pensar desde el color? ¿Podemos simplemente disfrutar de la belleza? ¿La electricidad es un sentimiento?
Pienso en la electricidad no como un objeto, sino como una conexión entre la naturaleza y la cultura, como un símbolo magnífico que tiene de imagen su gesto natural pero que al pensarla sentimos toda la carga de lo cultural. Un juego entre estas palabras podría hablar también de las obras, que juntas (en otro formato) se llaman Deus ex machina. Y si seguimos una propuesta de asociaciones, deus ex machina es algo que supera ese diálogo que enmarca el rayo, lo supera en términos de altura y expansión de sentidos, porque invita a entrar a este juego de significados a lo sobrenatural. ¿Y cuál es el espacio más cómodo para lo sobrenatural? La ficción, que es otra forma de decir: la construcción.

Este texto, que también es una construcción, acaricia los bordes de la obra de Alejandro Gabriel. Es un intento de no asomar un centro, sino de multiplicarlo. Porque de algo sí podemos estar segures y es que ningún universo es simple y sobre ese acuerdo podemos volver a mirar.


Magdalena Testoni