Lo poético en lo cotidiano




Poético: etimológicamente del latín poeticus, y este del griego poetikos; de poieo, crear, producir.
Y se refería a todo trabajo artesanal, incluído el que realizaba un artista.
Consecuentemente, era un término que aludía a la actividad creativa en tanto actividad que provocaba que algo que no existía antes llegaba a ser después.

Relativo a la poesía. Se dice que tienen "poesía" situaciones y objetos que inspiran sensaciones misteriosas, ensoñación o ideales de belleza y perfección.


Lo poético en lo cotidiano / por Guillermina Gómez

Una fuerza/estímulo que transforma, muta nuestra percepción y arrasa
como si tuviéramos un swicht que cambia la frecuencia en la que estamos vibrando:
algo dentro nuestro se amplifica, se agudiza.

Lo poético como indicio de una otredad, algo que nos trasciende, conmueve
que nos traslada a una dimensión mágica.

Lo poético de intrínseca belleza.

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La luz en lo cotidiano, sus modulaciones.

Ventanas que mutan en proyectores, surgen sombras chinescas,
la ciudad es ahora una puesta en escena.

Nacen pequeños arco iris a escala de niñas alquimistas.




En mi casa aparecen oasis lumínicos.



Como también se tiñe de rosa en amaneceres y atardeceres.



La arquitectura y los objetos cotidianos.

Devienen en mágicos, y lúdicamente, nos sonríen, exclaman, o están tristes.
(a.k.a pareidolia: fenómeno psicológico consistente en que un estímulo vago y aleatorio, habitualmente una imagen, es percibida como otra forma reconocible)






Los cielos de infinitas configuraciones.

Nubes barrocas y excéntricas vs. Nubes minimalistas y solitarias.




Los paraísos terrenales

Me ensueñan, me hablan de un tiempo primero, de un sentido de pertenencia, unidad, paz.





Fotografías con mensajes que se revelan muy después.



Los hallazgos, sucesos citadinos.




Por $3,75 y en la línea 132 hicimos un viaje en el tiempo,
nos adelantamos 10 años en el futuro, acto (poético!) de la máquina impresora
que logró un feliz vértigo en mi.




Luego caminando, encontré un juego de llaves pequeñísimas quizás
poseedoras de los secretos mas inocentes de algún niño o de algún cofre
que de tan invisible no lo vi.




Y nos tomábamos un café como buenos transeúntes poéticos de buenos aires,
y el sobre del azúcar dijo: