De orillas y límites




Juliana Ceci, Viviana Macías


De orillas y límites



Desde hace años Juliana Ceci y Viviana Macías sostienen una fecunda conversación artística. Ahora se aproximaron poética y críticamente a dos caminos de agua que, con disímiles trayectorias y destinos, confluyen en el Río de la Plata. Realizadas en la vecindad de los ríos que conocen bien, porque es allí donde trabajan habitualmente, las obras revelan un complejo horizonte habitado incluso por hallazgos inesperados.

Las exploraciones subrayan el contraste entre el Riachuelo, repleto asentamientos y deshechos contaminantes, y el Paraná, con sus márgenes e islas verdes; pero también señalan límites y puntos de contacto. Marcan los confines geográficos realmente existentes -el Matanza-Riachuelo separa la capital del sur del conurbano-, anotan la divisoria entre la vida y la muerte a causa del estado ausente, plantean la frontera entre la acción artística y su registro.

Juliana Ceci enseña a chicos en Villa Fiorito y se permite soñar. Realizó en tres tiempos acciones en el Riachuelo (así llamado en su desembocadura, y río Matanza en gran parte de su curso), que circulan a través de fotos y grabados. Eligió juguetes multicolores con formas de animales que se inflan y los largó a andar por las viscosas aguas. A modo de salvavidas, estos patos y cisnes flotaron subrayando el deseo de lo bello y del regreso de la fauna. En sus trajines por la zona, Ceci descubrió una planta exótica que crece descontrolada en los bordes; es el ricino -planta indicadora de contaminación- que, a modo de conjuro, retrató y estampó sobre papel y lienzo para tapizar la sala y diseñar prendas. ¿Cómo transmitir la alegría de los chicos al ver los animales de fantasía?

Hace tiempo que Viviana Macías desarrolla prácticas artísticas vinculadas a encuentros con espectadores, que completan metafórica y físicamente sus obras. Son acontecimientos generosos, intercambios de saberes, semillas, comida, ramas, objetos de limo, originados en la deriva y los anhelos del delta Paraná. Video e instalación reúnen piezas de barro cocido que parecen haber sido encontradas en algún sitio arqueológico y son iguales a las casitas de arroz que suele hacer y repartir para ser consumidas. En la secuencia de fotos, las ramas -que el Paraná le trajo y que vistió con hilos de distintos tonos- fueron dejadas por Macías en la orilla del Riachuelo frente a La Salada; algunas personas se las llevaron y dejaron a cambio restos de coloridos géneros, con los que la artista vistió al exuberante ricino. ¿Dónde queda la emoción por el anónimo intercambio de ramas y colores?



Victoria Verlichak

Curadora



Agradecimientos: Belleza y Felicidad Fiorito; Archivo Vivo.