Sobre el proceso creativo (*)



Notas inéditas escritas a mediados de la década de 1960

Hay una separación profunda entre la primera visión creativa de una obra y el resultado final; a menudo se tarda años en lograrlo. Por ejemplo, las formas huecas comenzaron a aparecer en mi obra como elementos secunadarios. Pero fueron adquiriendo importancia hasta que su conciencia cristalizó tras visitar las cuevas de Lascaux: allí vi la manifestación visible de una forma negativa envolvente, producida por el torrente de agua que había dejado sus ondas sobre el techo: mi preocupación esencial había sido constante, pero me había llevado siete años desarrolarla y conferirle su forma final.
Ha existido un proceso similar que de forma gradual avanza desde la rigidez hasta la maleabilidad. Cuando se me pidió que tallase la cara dorsal plana de una estatua llamada Spring, que estaba concebida como una rígida cariátide, me resultó imposible hacerlo: entonces me parecía que la rigidez era algo esencial. Hoy me parece fútil  y se ha desvanecido. Mi obra pasada luchaba, se resistía y permanecía desafiante; mi obra más reciente, en la que las tallas han sido sustituidas por el modelado y la construcción, puede rodar, desgastarse y arraigarse en una existencia pacífica.
Si bien los títulos de mis piezas se refieren a la naturaleza o a la figura humana, no son abstracciones en el sentido estricto del término. En su lugar, surgen de un estado de conciencia provocado por una visión revelada y efímera de la naturaleza. Su carácter esquivo me impulsó el deseo de fijarla artísticamente por miedo a no volver a encontrarla. Si la obra encierra alguna magia, la considero fructífera. Hay gente que sostiene que el artista quiere imponer su visión personal a los demás, pero, de hecho, el propio artista sólo la ve con claridad a partir de la obra acabada. Cuando la ve, sabe que ha concluido su trabajo.

(*) Louise Bourgeois - Destrucción del padre / Reconstrucción del padre