SOFIA MEDICI por Soledad Lavagna (2-11-11)

1. El camino hacia el conocimiento.

Sofía utiliza el método científico en su vida cotidiana. Ante una encrucijada, afila sus ojos y mira hacia su horizonte interno, ejecutando el primer acercamiento a unas cavilaciones de investigadora que luego todo lo disparará. Primero rastrea pistas y tiende sobre la mesa aquellas pruebas comprometedoras. Luego piensa cautelosamente en las posibilidades y plantea distintas hipótesis al respecto; las analiza con astucia y las somete a prueba con el propósito de confirmarlas. Finalmente llega a una conclusión y me muestra su descubrimiento. Asombrada, busco la pipa entre sus manos o en sus bolsillos pero no la encuentro. “-Siempre develo el misterio y descubro al sospechoso”- dice reconfortada. Le encanta ser detective.

En su obra utiliza la misma dinámica: le gusta desmenuzarlo todo, ir al detalle, examinar sus variantes.
También trabaja con mecanismos y lo secuencial del dispositivo electrónico, parecieran ser procesos de creación constantes. “En algunos casos podría pensarlos como work in progress”, me comenta, pero prefiere referirse a ellos como ensayos o experimentos con pequeños resultados que quizás no están acabados en el sentido más tradicional. “Me gusta la obra chica, que empiecen y terminen en sí mismos”, afirma.

2. Hay escena.
La idea de escenario esta presente constantemente en su obra. La acción cobra así sentido en tanto y en cuanto se representa además en simultáneo con otros mecanismos, desplegando un contrapunto constante.
En “Traducción Simultánea” crea universos narrativos materializándolos en la escritura de textos que luego son leídos por su autora al público allí presente. Pero como si el relato no bastase, insiste con el video, y éste le sirve de apoyatura al tiempo que relata el texto, una yuxtaposición de imagen y palabra. Y así, todo esto se transforma un poco en una evidencia con formato audiovisual: montaje y collage multimedial didáctico, para seguir explicando.
Los proyectos que allí expone lindan mordazmente los límites de la sensatez. Es que cae en la cuenta de que la realidad no está exenta de cierta extravagancia, y que la Historia, con frecuencia, no es nada seria. Entonces se pregunta por qué si ella –la realidad- a veces se torna tan inverosímil, sus ensayos sobre una posible construcción de obra performática no podrían seguir la misma línea. Y empieza:

Brinda una conferencia en la cual expone posibles proyectos que deberá presentar en el festival al cual fue convocada. Deja de lado el juicio: sentencia que toda idea es válida y ninguna debe ser rechazada de antemano. La teoría es llevada al máximo de exactitud para concretar su cometido.
Su obra, entonces, se transforma en un brainstorming en formato soliloquio, en la cual habla sobre cómo hacer una obra, y esos elementos son los que constituyen su estructura : el dar cuenta del proceso creativo de una artista… en vivo y en directo. Dicho así, introduce lo circunstancial, lo que podría existir o no dentro del mismo proceso histórico para darle un revés dramático. Nunca miente sobre la realidad, ni la altera. Sus cavilaciones enriquecen el relato para introducir la ironía en sus prácticas narrativas.
En este sentido, mantiene un ritmo equilibrado que dota de gran objetividad y esa seriedad hace pensar que todo puede ser. Argumenta y aporta razones en favor de una tesis, pero también introduce elementos sorpresivos a modo de nuevos descubrimientos como recurso para aumentar la intensidad de la situación : la inserción del hecho poético en un escenario científico o de una situación que parece incongruente dentro de ese contexto, en realidad tienen una intención que va más allá del significado más simple de las cosas.
Y de todo ello deduce constantemente: de un argumento a una conclusión inferida por premisas, en una secuencia finita de fórmulas hasta un final, pero que siempre es deshechado. Demuestra para llegar al absurdo.
Una falsa lógica, que en seguida encuentra una nueva dirección. Y el ciclo se repite: los intentos fallidos sobre lo que pudo haber sido son llevados al infinito. Lo que se podría llamar una “Teoría del caos del fracaso”.

(Esta terminología se aplicaría aquí a las distintas propuestas que se enuncian de manera condicional para hablar de un probable resultado futuro (si tal cosa, entonces tal otra; si hago esto, aquéllo otro sucederá), pero que en definitiva ninguna se consuma: no cumplen con lo pauta de obra performática, ya ha sido concretada por otros artistas, es irrealizable por distintos motivos, o entra en la categoría de lo insensato. El hecho es que eternamente deviene en falla y fracasa, con la excepción de la última (toda teoría tiene algo fuera de lo común, claro).

3. “Mirar es malo”
Sofìa, además de artista visual es dramaturgista, y entonces la cuestión obligada me lleva al papel del público.
Dice que le interesa mucho y que cree en un espectador inteligente que pueda tomar decisiones. Cita su anterior obra “Loop”, donde éste tenía que resolver cuándo terminaba el espectáculo, simplemente, retirándose de la sala; o el caso de “Réplica”, obra en la cual el espectador elegía participar de la escena por medio de un casting y ocupar así el rol protagonista de una película para reproducir lo que dá título a la acción. “En este caso tenía que ver con la necesidad de tener a alguien "virgen" para seguir las instrucciones. Era un requisito para el "experimento", concluye.
Y asì, ambas obras nunca serán igualmente representada porque tiene que ver con el aquí y ahora, y la intervención de cada espectador o de la audiencia colectiva. A fin de cuentas, será su accionar lo que conformará la obra definitiva.

4. Final.
Miro la obra de Sofía y pienso en las infinitas posibilidades que pueden dispararse cada vez que las ejecute.
Entonces le pregunto qué es el destino. Ella me muestra aquel significado en el diccionario, nuevamente, como punto de partida. Allí dice algo así como “poder ineludible e inevitable que nos guía”, y habla de fatalidad. Sin embargo la veo disconforme, y agrega entonces, que cree en ciertas estructuras espacio-temporales que se arman para que los hechos ocurran, pero no descarta, a su vez, el azar y hasta cierta magia, que seguramente es la parte que no conocemos, y está bien que así sea.
Es que Sofía sabe que la importancia de la explicación de las cosas es la de comprender por qué pasó una y no otra. Entonces, pienso que a nosotros nos resta ordenar las partes para alivianar nuestro entendimiento y a eso le llamamos sentido; pero ella se preocupa un poco menos y lo re-inventa, abriendo otro sendero que nada tiene que ver con la lógica, aunque lo trata como si efectivamente la tuviese, y así va: Sofìa construye relatos maravillosos para la serenidad de todos nosotros, nos cuenta buenas historias. Y eso también tiene un gran sentido.