mercedes pujana por roberto amigo



Insula


¿Cuándo la realidad del Paraíso se convirtió en fantasía de los hombres?
Mercedes Pujana en sus objetos escultóricos pareciera querer darnos una respuesta, una regresión al espacio donde los tamaños de la naturaleza se distorsionan porque no responden al orden de la tierra sino a la insularidad del Paraíso y a su propia naturaleza.
Los capiteles románicos, los libros miniados son la referencia primera de estas últimas obras –en algunos objetos pervive la forma del capitel, la verticalidad de la columna, la secuencia temporal y espacial del friso-, es decir la edad media fantástica. Esta idea de la fantasía no se reduce a la simple imaginación desbordada sino que constituye la realidad. Por eso la necesidad material de la factura preciosista, de detalle perfecto.
Mercedes Pujana crea universos cerrados, territorios rodeados por las aguas, para congela una narrativa y una ilusión temporal –potenciada por la ausencia de variación cromática-. Son fragmentos, sin embargo totalizadores, que el espectador puede reconstruir con una sola mirada. Son mundos pequeños que refieren al infinito. En cierta forma los relatos visuales de Mercedes nos remiten a una idea de vida anterior al Diluvio, cuando las aguas estaban contenidas. Hay una línea sutil entre el imaginario del Paraíso y de la tierra antes del Diluvio resuelto con la sutileza de un dios minúsculo más que omnipotente.
Por otra parte, otros objetos de Mercedes despiertan aquello que la educación ha velado: el mundo de lo popular, de los cuentos que mitigaban el hambre y el frío. Convoca a los arquetipos culturales que forman los relatos de Occidente, a la oralidad de la lectura comunitaria. Valga aclarar que no son ilustraciones sino citas eruditas al universo de la ilustración popular de los cuentos folclóricos sobre las hadas de los ríos y los enanos del bosque, al encuentro de los niños con los lobos, de la belleza amable de los insectos.
En los últimos años el arte contemporáneo ha anulado su autonomía estética, para afirmar la posibilidad de crear narrativas desde lo visual; ha regresado a un arte literario en una regresión decimonónica y antimoderna, neorromántica. Lentamente también se percibe el regreso del disfrute artesanal de la materialidad. Mercedes Pujana no es ajena a este proceso de la artisticidad de obra sostenida en la reunión contradictoria de cita erudita, de la referencia externa a la propia obra, del pastiche histórico del arte y la legitimidad de lo popular.
Sin embargo, lo que nos atrapa es que lo realiza desde aquella fantasía perdida cuando dejamos de ser niños.

Roberto Amigo