María Ibañez Lago por Virgina Spinelli




Ese pájaro omnisciente tiene voz. Canta los avatares, los asedios, las guerras, los amores, las alianzas, el llanto, las pasiones. Con su canto va tejiendo esa épica fundacional, de tiempo en que los hombres entendían el lenguaje de los dioses y eran dueños de espadas sabias. De tiempos en que los dioses bajaban de su constelación para confundirse con los hombres, portando rayos en sus manos.

Tiempos míticos, abandonados a la ficción , después que el rayo lejos de ser el atributo de algún dios, ha quedado aprisionado en un cable para ser solo electricidad capturada que alimenta máquinas. Desde entonces ese pájaro omnisciente parece haber callado.

A veces María, entrada en el silencio puede captarlo y seguir el flujo de su canto. Ese canto la llena de calma, traza su plan, que es cada vez mas claro desde que piensa en lo colectivo, y esto se traduce en alegría.

María sabe, que este pájaro dice aún lo que no puede ser dicho y que no debe esforzarse por entender cada palabra que le dicta, sino dejar que estas se revelen en sus imágenes mientras prueba nuevos colores, materiales, formatos, para volver a los conocidos transformada.