andrea koze por leonel pinola


Siesta de amapolas



A veces esta clase de historia resulta ser algo más. Un vistazo a la vida que se agranda, como esas bolitas japonesas de papel que echas al agua y se vuelven unas flores maravillosas y no puedes creer que antes nada más había un papel y un vaso de agua.

El ladrón de Orquídeas. Susan Orlean





Cultivo

El taller es como un pequeño invernadero de cristal, el sol atraviesa las placas de vidrio que lo aumentan como una gran lente y en todo el espacio hay una temperatura agradable, tibia. En ese ecosistema de luz, aceites, trementina, oleos saturados y reproducciones que parecen tomadas de national geographic crece, hasta forzar el encuadre, el cultivo Koze.


Polinización


En el caso de la polinización entomófila, cada flor tiene una relación especial con cada insecto que la poliniza, ciertas flores se parecen a ciertos insectos.
Insectos que durante su vuelo, al localizarlas, urgidos, se posan en el magnetismo sexual de su doble.

Cada pintura de Andrea Koze es un ikebana erotizado, tan sexy que podríamos intuir como habrían sido las ilustraciones botánicas del siglo 18 si Balthus hubiese acompañado a Humbolt en su Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente.

Atraídos hipnóticamente por la vibración del color, buscando el nectario de cada obra, pareciera que el estambre de su pintura nos rozara estableciendo un pacto amoroso.


Amapolas

Entre los crisantemos, némonas, acuáticas y euryles amazónicas, Andrea Koze ha comenzado el inquietante estudio de las amapolas.

La serie pareciera sumergirnos en una ensoñación narcótica.
Cada pintura conserva el suave efecto sedante de sus frutos, de su savia, que nos alivia.

Koze compone su jardín, un espacio en donde el color es un oasis que nos provoca una fascinación donde deseamos permanecer.
Recostarnos en una siesta de amapolas mediterráneas, como Baudelaire, Poe, Byron, Shelley, Verlain o Van Gogh.

Y unos días más tarde, aún sentir que conservamos destellos de su obra en nosotros, como el recuerdo de haber probado Makowiec, ese dulce postre polaco de amapola.