El mundo es un aeropuerto. El aeropuerto son tus ojos

Todos los lugares son de tránsito, inclusive el hogar. Parece que la vida es un viaje pasajero que empieza en un vientre y termina en una tumba. Y los viajes nos transforman, los tránsitos van marcando, sellando, remodelando o suspendiendo una identidad.
Lorena Marchetti parece despegarse de la idea acuñada en las últimas décadas del Siglo XX sobre los espacios de tránsito como aquellos en los que toda identidad quedaba borrada justamente por ese carácter transitorio de existencia: un aeropuerto, la habitación de un hotel, un largo pasillo en algún gran museo del mundo
[1].
Así, viendo las fotos de Lorena y escuchándola podemos pensar que puede quedar atrás esa ilusión posmoderna de la ausencia de una identidad o de la imposibilidad de apropiación de espacios, aromas, ritmos, colores, objetos de un determinado lugar en un determinado momento sólo porque los llamamos “de tránsito”. Todos tenemos en nuestras memorias un instante supuestamente pasajero que marcó nuestra identidad para siempre. Lo pasajero es una marca, lo pasajero es indeleble, permanente.
Sujetos somos los que hemos sido sostenidos y somos sostenidos por una mirada, por los ojos de otro y por medio de nuestra mirada también construimos ese mismo carácter de sujeto en los demás. Y en los objetos también ¿por qué no? Mirar un cielo que nos mira a su vez, contemplar una taza, un rayo de luz, un mantel, una esquina, un agujero, el borde de una mesa y que esos objetos nos devuelvan algo, nos sujeten de alguna manera. En las fotos de Lorena aparece esta sujeción, donde su mirada transforma, entifica e identifica al objeto retratado.
El mundo es un aeropuerto, un pasillo, un supermercado. Y estos son los ojos que nos construyen como idénticos y asimismo como diferentes. Esa cajonera empapelada de flores de la abuela de Lorena se parece cada vez más a un mercado central, a una habitación de hotel, a un vientre y a una tumba. A una mirada transitoria que nos sujeta.

Malena Pizani
Buenos Aires, 17 de diciembre de 2008



[1] Marc Augé acuñó la frase "no-lugar" para referirse a los lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como "lugares". Ejemplos de un no-lugar sería una autopista, una habitación de hotel, un aeropuerto o un supermercado. Extraido de Wikipedia, la Enciclopedia Libre.