Mario Caporali por Barsky





Tarde otra vez.Humedad.
El padre Mario -mi asignación- me esperaba en la terminal.
Mientras me conduce hacia ella menciona algo respecto a una busqueda morfològica que esta llevando a cabo. Debo conocer su obra.
El vehiculo se detiene. Llegamos.
-"Odio al mundo", me dice.

A 30 mts sobre el nivel del suelo, un criadero.
Seres recien nacidos que ensimismados practican torsiones, mientras reptan lentamente hacia otras criaturas.
Optimista, el padre Mario saluda los acomplamientos futuros con canticos de bienvenida.
Su legado responde al unisono con sonidos guturales.
Afuera una geisha corre.
Adentro, una voz en off explica el proceso en un idioma extraño.
Los encuadres resbalan hacia el intervalo entre las cosas,
y alli-desde el perímetro-, se abre una bifurcación.
-"¿Hacia donde conduce padre?", pregunto.

Sin prisa y como atendiendo un llamado, hace una pausa y sale al balcón.
Un gesto mínimo para q lo acompañe.
Como quien imparte una enseñanza,
-mientras corta una rama y la acerca hacia mí para q la huela-
contesta:
"Contenido en el arbol un monstruo;
en el repollo, una bandada de aves;
en la silla, la cabeza de un pene"

No comprendo -y me gusta-. Callo.
Continùa:
habla de un ritual biodiverso, aún en construcciòn.
tal vez un bosque, o en cualquier maceta.
Un viaje en macro hacia lo tactil de un mundo amplificado,
Un acto de divulgaciòn de combinatorias posibles.
lo conceptual y lo sensual, uno.
el brujo y nosotros, uno:
el fin de los envases.

Afuera,
nuevamente la geisha.
Corre y vomita. Da la alarma: -"Vienen a infectarnos"- grita.

Tal vez buscando abstraerse de tanta histeria,
el padre mario hace sonar sus gongs.

Silencioso y detras, un conjunto de arboles aguarda el momento.