CLINICA Evangelina Aybar( TITA) 27/ 06/2012
La frágil celebración.
por Soledad Lavagna
En la noche de la ternura, el baile se enciende en los dibujos de tita como llamas de sol haciéndose.
ella Incendia el papel con trazos de fuego pastel para mostrarnos esas niñas queriendo ser grandes.
¿saben que todo esto es un juego? ¿saben de este rito iniciático?
las pequeñas mujeres adornadas, aun conservan ese andar inseguro y el lenguaje resbaladizo
tienen, todavía, miedo a los cuentos de terror - esos miedos que se prolongarán de más grande y que persistirán en cada silencio nocturno-,
pero las niñas, siendo niñas aún, están creciendo rápidamente,
y de manera febril, tendrán su propio vientre hinchado
y darán fruto.
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debería existir un perfume con aroma a tierra.
quisiera oler a montaña, a noche en el cerro.
que llueva y huela entonces a tierra húmeda.
que la gente se dé vuelta cuando camine a su lado
y que haya algo en ese aire ligero
que les recuerde quiénes son.
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quisiera también entrar en la espesura y percibir la música del diablo para venderle mi alma
no quiero la gloria, no:
quiero oírla a tita otra vez hablando del cielo abierto
de la luz clara y despejada,
y de las cosas hechas con las manos,
de esa arcilla extraída cercana del río que luego cose envuelto en barro para poder ofrendarlos.
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hablaba de la tormenta, del temporal, de la tierra húmeda y su olor.
hacer que la tierra brille, quitarle el polvo.
¿habremos de ver alguna vez semejante belleza desfilar?
¿podremos alguna vez llegar a ver eso?
ellas se aventuran sin la necesidad de echar raíz, porque ya están arraigadas, llevando a cuestas su lugar de procedencia, su morada a la cual volver, en donde las cosas a las que están unidas arrastran su nombre desde el principio.
¿será la sonrisa en el rostro, el desfile ensoñado y la ilusión quebradiza igual de lastimosos que lo fueron para nosotros la siempre extraña adolescencia y la fragilidad del primer amor?
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nuestro estar ahora es el de contemplar esos rostros,
la velocidad del gesto en el lápiz,
el festín de sueños y el letargo prolongado,
sus largas cabelleras y sus brazos saludan clavados en lo alto
y transpiran dirigiendo su mirada hacia el horizonte bestial.
debe ser como flotar.
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hacia el final el escenario se desarma y queda a oscuras.
afuera los perros escuálidos aúllan en el desierto seco y caluroso.
un hombre aúlla también a la luna, y a tres mujeres se les sale la cabeza de lugar
hasta que un destello lejano señala el desenlace.
todo pasó tan rápido que la tierra está reseca nuevamente.
sus cuerpos indefinidos comienzan a descender los escalones y por distintos caminos las llevarán nuevamente a su hogar.
¿sabrán entonces, ya de regreso, que simplemente estaban jugando?
a lo mejor después todo será otra cosa, una enorme tristeza o un pasatiempo adolecido,
y la llama se volverá tibia y moderada.
pero la incertidumbre sobre lo que vendrá ahora no las preocupa.
seguramente la fiesta continue en otro lado,
porque siempre tenemos la sensación de que la fiesta está en otro lado, y la perseguimos incansablemente hasta lograr hundirnos una vez más en ella
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Qué cansancio tita.
Pero antes de irte, contame más cosas, sé que ya no podré dormir
haceme viajar,
y recordame ­todos los días, de ser posible, que no somos sólo esto que aquí vemos,
sino algo inmenso.